Gringotts, el “lugar más seguro del mundo” o eso le habían dicho a Ludwig desde que había ingresado a la academia de neutrales hace ya más de diez años. Afirmación bastante cuestionable, pero de igual manera era más seguro poseer todos sus bienes en un lugar más privado que debajo del colchón de su habitación. Aquella fortaleza se erigía para proteger una gran cantidad de objetos y galeones de todos los magos que alguna vez habían pisado Londres, y pese a haberse ausentado por bastantes años, un duende nunca olvida una cara y mucho menos al dueño de una bóveda como la de Ludwig Malfoy Triviani.

Aquella cámara de encontraba en uno de los rincones más olvidados del banco y para llegar a ella era necesario descender varios niveles. Dicha localización era estratégica para ocultar todos sus bienes de aquellos que pudieran robarlos y a la vez, había sido colocada junto con todos los miembros de la Trifuerza para con ello ahorrarse tiempo en caso de requerir algo en las bóvedas de sus hermanos.

Sin embargo, para ingresar a la bóveda del sanador no solo se requería de una llave si no de sangre, la sangre fresca y aún caliente del ojiazul. En caso de intentar ingresar con otro tipo de sangre, un terrible destino le esperaría al intruso. Aquella medida era dolorosa pero bastante segura. Por lo que cada vez que el Malfoy deseaba ingresar, ocupaba una daga y se hacía un pequeño corte en el brazo para dejar brotar la sangre y que ésta se depositara en un recipiente el cual activaría las puertas y las abriría de par en par.

La cámara pese a su localización era bastante acogedora, parecía un paraíso tropical en el que uno podía escaparse para disfrutar de un fin de semana. En la entrada siempre había una botella de vino lista para ser servida y más adelante una bonita sala alumbrada por el fuego de una chimenea. A Ludwig le gustaba guardar sentarse a leer por horas y elaborar sus planes estratégicos, dejar incluso sus memorias las cuales estaba seguro de que nadie más tocaría. Como una amenidad también había espacio suficiente para tomar un baño de burbujas y pasar el tiempo en una cama con varios acompañantes quienes siempre deseaban ir con el Malfoy a “divertirse” y pasar buen rato.

Y justo después de tanta amenidad, se encontraba una puerta la cual conducía a la antesala de sus tesoros, un lugar lleno de oro, joyas, pociones y libros de hechizos. Las columnas estaban decoradas con diseños de la antigua Grecia y los objetos estaban ordenadamente distribuidos para no perder nada. Al Malfoy le irritaba demasiado tener que buscar por horas algún objeto que sabía que necesitaba con urgencia, por lo que todo se ordenaba de la siguiente forma:

• Índice de Bienes
• Objetos
• Pociones
• Criaturas
• Libros de Hechizos
• Consumibles
• Consumibles Especiales