El castaño luego de su regreso sabía que las cosas habían cambiado notablemente, y ahora necesitaba actualizar una parte de sus pertenencias que había dejado literalmente en el olvido: su bóveda. Ya cumplía los requisitos necesarios para poder abrir su siguiente bóveda, en este caso la bóveda trastero, a donde irían a parar todos los objetos que compre de aquí en adelante.

Se dirigió sin apuro alguno hasta el Banco Mágico, en donde un duende más arrugado de los normal lo recibió sin sentido de humor alguno, para avanzar frente a él indicándole el camino hacia su nueva bóveda. El demonio la había mandado a realizar especialmente algunas semanas atrás, y ya debería de estar lista para la fecha en que cumpliera los requisitos. Ambos se adentraron a las profundidades del banco guiados por el carrito semi incómodo en el que debía de transportarse.

—Esta es, señor —musitó la criatura, luego de descender y acercarse a la pared de piedra.

A primera vista era un pedazo de pasillo más, frío y duro como la piedra que cubría cada una de las superficies que los rodeaba, pero tras un momento que el castaño se colocó frente a aquella porción de pared, esta se convirtió en una puerta de madera de roble tallada a mano, mostrando diversas figuras en su superficie, las cuales iban desde una pila de libros mágicos a la altura del suelo, hasta criaturas finamente detalladas como un fénix en la parte superior de la puerta.

—Un buen acabado. Pero falta ver el interior —musitó más para si que para el duende, al cual dejó atrás para acercarse a la puerta y sentir cómo esta le daba la bienvenida, abriéndose de par en par ante su presencia.

Su interior estaba bastante iluminado, la pared de piedra había quedado atrás, y ahora las paredes mostraban ángulos rectos sin deformaciones. Todo el lugar estaba ornamentado exactamente como se encontraba el vestíbulo del propio Banco, el mármol blanco inundaba cada rincón de la habitación, alcanzando hasta el techo de bóveda de la cual colgaban dos candelabros bastante majestuosos. Al fondo, con una pequeña separación se podía encontrar algunos estantes listos para recibir libros, asemejándose a un pasillo de una biblioteca.

Otro apartamiento más grande mostraba estantes con diversos pedestales para poder depositar múltiples objetos. Sin embargo, algunas jaulas de diversos tamaños empotradas a la pared algunas de ellas, y otras colgando de los muros, se encontraban listas para poder recibir criaturas de cualquier tipo. Sabía que la bóveda se iría llenando lentamente, pero debía ser constante para eso.

—Perfecto —musitó. La bóveda estaba realmente idónea para el mago.

• Índice de Bienes
• Objetos
• Pociones
• Criaturas
• Libros de Hechizos
• Consumibles
• Consumibles Especiales