En las profundidades de Gringotts, muchísimo más allá de la Catarata de los Ladrones y a varios metros de la entrada a las cámaras de seguridad del Banco Mágico, se encuentra la Bóveda Trastero de Jocker Black Lestrange. Allí, donde los objetos no pueden ser convocados por accio o es imposible aparecer o desaparecer, el patriarca de los Black Lestrange guarda sus más preciadas pertenencias, protegidas todas y cada una de ellas por decenas de encantamientos y maldiciones que hacen imposible el acceso de cualquier persona, ser o criatura extraña.
Dos gigantescas puertas de metal, que solo al ser tocada por las manos de un duende acreditado o del mismísimo Jocker Black Lestrange, dan paso a una amplia sala de mármol y con forma hexagonal, iluminada por un candelabro mágico que hace girar sus cristales brillantes en una suave caída en espiral desde lo más alto de la sala hasta pocos centímetros sobre la cabeza de quién esté en la habitación, desapareciendo al instante para volver a caer, dando la sensación de estar en medio de una lluvia de estrellas a plena luz del día.
En la pared opuesta a la entrada es posible observar tres grandes pergaminos extendidos sobre la pared. En ellos, a simple vista, no hay nada escrito más que extraños símbolos rúnicos distribuidos de manera aleatoria y sin lógica aparente, mas se trata del inventario exacto de todo lo que hay en aquella bóveda y que puede ser revelado sólo gracias a una contraseña que sólo conoce Jocker. En las dos paredes aledañas a esta pared y a la pared del acceso, se ubican cuatro pares de pedestales amplios distribuidos uniformemente. En cada uno de ellos hay pequeños cerros de monedas que tienen como objetivo tentar a cualquier intruso. Al tocar cualquiera de las monedas, al instante, los cristales luminosos se dejan caer sin cesar sobre quien activó la trampa, generando grandes cortes sangrantes imposibles de controlar.
Para acceder verdaderamente a la fortuna y demás pertenencias de gran valor del patriarca de los Black Lestrange basta con seguir un pequeño y fácil procedimiento: primero, entrar sin detenerse hasta la mitad la cámara, a unos seis pasos exactos del propietario, desviarse hasta el vértice izquierdo de la habitación y rodear el primer pedestal a la derecha para retomar el centro de hexágono. Sólo así se logra la aparición de tres puertas frente a los pergaminos de la pared principal, aunque solo es una de ellas la que permite ingresar hasta el túnel que desciende en espiral hasta otra cámara hexagonal del doble del tamaño de la anterior y que cuyo cielo corresponde y muestra el piso de la habitación con las trampas y el eterno circular sin retorno de quienes hayan escogido cualquiera de las puertas equivocadas. Esta segunda cámara está dividida en dos partes: en la más profunda se encuentra un escritorio de ébano color negro, en dirección opuesta al acceso, protegido por estanterías repletas de documentos, libros, pociones, objetos e instrumentos mágicos; mientras que en la primera sección conviven criaturas de alta peligrosidad.