En las zonas más profundas del Banco de Gringotts pueden encontrarse las bóvedas trastero, diseñadas al gusto de sus propietarios. Valyria poseía una para resguardar sus objetos de mayor valor y también los más peligrosos. Desde el exterior, una imponente puerta de doble bronce oscuro se alza, custodiada por gárgolas: seres monstruosos de piedra con rostros de colmillos amenazantes, largos cuellos y garras afiladas, que se extienden como advertencia para disuadir a aquellos que se atrevan a intentar violar la seguridad de su bóveda.

Con símbolos celtas y escenas de antiguos druidas tallados, las puertas se abren únicamente al toque de sus manos sobre el metal, dando paso a una amplia habitación cuyos pisos de porcelana negra brillan al calor del fuego de las antorchas, sujetas por cabezales de plata unidos a columnas que imitan los antiguos órdenes griegos corintios. Estas columnas forman arcos laterales que dan origen a una cubierta de bóveda cruzada, otorgando un leve estilo gótico al diseño.

En el centro de la habitación se encuentra un escritorio de roble, acompañado de una mullida silla. Sobre el escritorio, papeles organizados detallan el inventario de la bóveda. Resguardadas en vitrinas de cristal y organizadas por secciones, pueden encontrarse extrañas reliquias, obras y esculturas de los más exquisitos artistas, antiguos papiros y raros libros, así como algunos diarios que una vez pertenecieron a miembros de su familia, entre otras cosas.

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