Debajo del piso principal del Banco Mágico, Gringotts, se encuentran las Bóvedas de Alta Seguridad, dónde cada uno de los magos y brujas del mundo guardaban sus más preciados tesoros adquiridos o las reliquias provenientes de las familias a las que pertenecían. Cada uno tenía su forma, su color, y tamaño, lo que caracterizaba a cada uno de los seres mágicos que las poseían.

Luego de un largo descenso hacia aquellos lugares podías toparte con algunas de dichas cámaras pero una era la perteneciente al mortífago. Una de ellas se ubicaba en el medio de otras que ya estaban en uso y habilitadas; una estructura alta con paredes de granito, una entrada circular y una puerta gruesa de hierro color negro, con una inscripción en latín (“Hic et nunc”) y, en medio de ella, una máscara plateada que detrás de ella estaba la cerradura que, con el conjuro correcto, permitía el ingreso a la bóveda del vampiro.

Al ingresar a la cámara, de primer paso, se encontraba una mesa negra redonda con cuatro sillas la cual, el vampiro, había traído de su castillo en Irlanda. En la pared del fondo, dos grandes estanterías de tres metros de alto por cuatro metros de largo, adornaban dicha estructura y guardaban los distintos objetos y pociones del inmortal. Y en cada una de las otras dos paredes, la de la izquierda y la de la derecha, dos armarios de roble, de gran peso, guardaban los libros, planos, escrituras, pergaminos y distintos soportes de textos, que el vampiro quería conservar por su alto valor, no económico, pero sí sentimental y de gran importancia histórica.

Muchos de dichos textos fueron un legado de su padre para que fueran guardados de manera segura.

No era muy grande por dentro pero tenía el suficiente espacio para poder guardar todo lo que el vampiro quisiera y considerara de alto valor e importancia para él. Las paredes eran de color gris claro y al tacto frías por el ambiente que había allí abajo.

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